Fuente de empleo, riqueza, alimentos y bioenergía: esta es la competitiva agricultura brasileña. No es por nada que ella es uno de los sectores que más contribuye al aumento del PIB. Para hacerse a la idea, la agricultura representa el 21% de la suma de todas las riquezas nacionales producidas, una quinta parte de los empleos y cerca del 43% de las exportaciones, alcanzando los US$96.700 millones en 2020.
Según el IBGE, en un análisis del desempeño del sector en las últimas décadas (de 1975 a 2017), la producción de granos pasó de 38 a 236 millones de toneladas, o sea, un aumento de más del 500%.
Esta exitosa trayectoria, con números tan expresivos, es el resultado de una combinación de factores. El ‘telón de fondo’ que colabora para este crecimiento es un país con abundancia de recursos naturales, extensas áreas cultivables, con importantes inversiones en investigaciones agrícolas, que ofrecen avances y el uso de tecnologías adecuadas e innovaciones, además del empeño de los agricultores.
Ante este escenario y también la creciente preocupación con la sostenibilidad, surge una duda muy frecuente e importante: ¿Cómo trabajar el uso racional del agua, tan esencial para el sector?
Según Ana Paula Packer, jefe general de Embrapa Medio Ambiente y miembro del consejo de contenido de CNMA 2023, una agricultura de precisión, que aplica procesos tecnológicos, puede minimizar el desperdicio de agua. “También tenemos la posibilidad de utilizar bioinsumos que trabajan con bacterias que protegen contra la sequía, reduciendo el uso de agua. También existe la posibilidad de una genética dentro de esto. Entonces hay diferentes métodos, basados en la ciencia, que se enfocan en el uso racional del agua, en la reducción de la contaminación y en los impactos ambientales”, explica.
Ellas cultivan garra y cosechan éxito
Cuando hablamos de expansión, desarrollo, innovaciones y dedicación en la agricultura, está claro que hay (y mucha) participación de las mujeres. De diferentes formas y con sus características únicas, ellas enfrentan los retos del día a día, fomentan el sector y construyen una historia llena de logros.
Paula Ramos, productora agrícola en Nova Friburgo, en la región montañosa de Río de Janeiro, creció en contacto con la agricultura familiar. Con padre y madre productores, ella cultiva los más diversos alimentos, como brócoli, lechuga, pimientos, entre otros.
“En agricultura, tenemos algunas dificultades. Trabajamos bajo el sol y la lluvia, y además, al menos en lo que yo vivo aquí, sentimos la falta de políticas públicas, de una mirada más cuidadosa de las autoridades. Pero al mismo tiempo, es gratificante para nosotros plantar esta pequeña plántula, verla crecer y saber que más adelante llegará a la mesa de una persona que ni siquiera conocemos y servirá de alimento”, dijo.
Mientras tanto, en el estado de São Paulo, específicamente en la ciudad de Biritiba Mirim, Thais Copola, agrónoma, productora y propietaria de Taii Mudas, comparte un poco sobre cómo comenzó su negocio hace 12 años. “Había mucha falta de confianza por el hecho no solo de ser mujer, sino también joven, en la época tenía 26 años. Así que pasé por innumerables situaciones delicadas”.
Pero, después de mucho empeño, siempre con una mirada detallista y una gestión acogedora, Thais vio cómo su marca se consolidaba en el mercado regional. “Las personas empezaron a confiar en mí y en mi trabajo. Hoy, mi empresa es reconocida por la organización, calidad y el tratamiento humanizado que ofrece, interna y externamente”, finaliza.
Mirando hacia un futuro no muy lejano
Considerando las tendencias del mercado y los diversos factores socioambientales, la agricultura requerirá cada vez más esfuerzos conjuntos de los sectores público y privado. Al fin y al cabo, juega y tiende a seguir jugando un papel fundamental en la resolución de problemas ambientales, como la reducción de los efectos de los cambios climáticos, el enriquecimiento de la biodiversidad y la captura de carbono de la atmósfera.
Y no solo eso: Por ser multifuncional, el sector agrícola también tiene una enorme importancia en la economía brasileña, ya sea en la producción de biomasa, biomateriales y química verde, de insumos biológicos o en la salud, nutrición y seguridad alimentaria de Brasil y del mundo.